miércoles, octubre 29, 2008

La Epidemia de Danzantes

Data de 1374 la extensión de esta epidemia o especie de psicosis colectiva que consistió en una histeria generalizada en la que los individuos afectados no cesaban de dar brincos y contorsionarse, con lo que se llegó a denominar a tal dolencia “mal de San Vito”.

La intervención del santo se debe a que los enfermos aquejados de esta demonomanía acudían en procesión a la capilla de Saint Weit, (en Dresselhausen, Suabia), o en nuestra lengua común San Vito, de quien se decía era el santo patrón de este tipo de enfermedades convulsivas.

No podía por menos que ayudar a la curación de los afectados de la ‘locura estática’, malditos poseídos por el diablo. Sus concurrentes eran a menudo de las clases sociales menos favorecidas. Los danzantes o poseídos se colocaban coronas en la cabeza e iban a menudo medio desnudos o desnudos, enarbolando bastones. Y no se encontró explicación a esta extraña epidemia psicológica, que concluyó en Colonia en más de 500 casos y tuvo su apogeo en la ciudad de Metz, con más de 1000 danzantes espasmódicos ocupando las calles.

Fue el monje Petrus de Herenthal el primer testimonio de la enfermedad. Su descripción de los hechos transmite una infrecuente poesía que nos trae ecos de aquella sublevación masiva a las estrecheces de la época. Al menos así creo entender el fenómeno:


“El diablo seducía a hombres y mujeres hasta tal punto que bailaban en sus casas, en las iglesias y en las calles, cogidos de la mano y saltando en el aire. Mientras danzaban, gritaban los nombres de los demonios, como Friskes y otros, pero de todo esto no se daban cuenta, y no prestaban atención al pudor, aunque la gente los mirara. Al terminar el baile sentían tales dolores en el pecho que si sus amigos no les ataban vendas de hilo a la cintura, gritaban como locos que se morían”



lunes, octubre 27, 2008

Les Caresses Froides

En aquella casa todas llevaban pestañas postizas. Apenas eran cachorros recogidos de la carretera con la maleta manchada de barro. Llegaban a la fachada isabelina a la misma hora que cualquier exótico viajante, y por sus camas vi merodear algún asesino. Uno de esos que no tiene escrúpulos en trocear cuerpos o ahogarlas en la jofaina desconchada del lavabo del segundo piso.

Los colores eran los grises y amarillos de un triste ‘giallo’. En esta ocasión de navaja oxidada. Sin ningún tipo de tensión ambiental, más bien una pesadez de movimientos que le dificultaba a uno el incorporase, ni siquiera para socorrerlas.

En las horas muertas lograba hilar algo de la trama. No antes de las seis de la tarde, en la breve perspicacia antes del sopor. Cómo desaparecía una tras otra, incluso con monotonía. Sospechaba en quien teníamos clavada la pupila, mas no interesaba a nadie, ni siquiera a la que sería la siguiente. Así, negándolo, el miedo se hacía tolerable, y la espera, indecisa.

La epidemia se acentuaba tras las lentes de la Ebriedad y el perenne hastío. Sólo la misma enfermedad confortaba. Huir a lo último de las escaleras, donde el botiquín, a dormir entre los frascos en tonos ámbar, deslucidos. Traicionar a los hombros resignados, a sus batas raídas.

Debería poder cuidar de Marguerite. Su prometido regresa mañana con su regimiento y me pidió algo… Alguna cosa. Pero me vence el cansancio, y el saberme ajena a las caricias frías. Si me libero, si dejara la casa que nos retiene con sus imanes. Tal vez lo consiguiera. Pero inánime al dejar atrás los cachorrillos que van cayendo desde mis brazos vacíos.



jueves, octubre 23, 2008

La Casa de Las Sombras de Paul Roland


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Lost Driver

En la era victoriana del Londres de mediados del siglo XIX, era todavía muy poco conocida la existencia del fonógrafo, ese invento que permitía registrar y escuchar sonidos o música gracias a un sistema popularizado por Thomas Alva Edison al otro lado del Atlántico. Sin embargo, si H.G. Wells hubiera llegado a materializar su máquina del tiempo, de buen seguro que al viajar hacia nuestros días y descubrir la obra musical del artista del que voy a hablarles, autores como Mary Shelley, Julio Verne, Poe o Arthur Conan Doyle podrían ser contados entre sus acólitos.


Y es que tenemos en la figura de Paul Roland al hombre cuyas canciones sobre asesinos de prostitutas, gentlemen adictos al opio, exploradores de mundos remotos o apariciones de espíritus, constituyen verdaderos relatos de misterio e imaginación en clave de pop psicodélico o folk mesmérico, con profusión de bellos arreglos barrocos y medievales. Si a esto le sumamos que el músico es asimismo autor de una treintena de libros sobre ocultismo, magia blanca, meditación y ha confeccionado un tarot propio basado en la cábala, el retrato global es harto atrayente, ¿no creen?


Nacido en 1959 en el condado de Kent, al sureste de Inglaterra, muy cerca de Canterbury, es hijo único de una actriz de teatro y ópera y un escritor de relatos en sintonía con las historias que pueblan la discografía de Roland. Ya desde su niñez asegura haber tenido experiencias extrasensoriales, y muestra un interés precoz hacia los temas esotéricos y lo sobrenatural, tal vez inherente gracias a sus antepasados relacionados con lo psíquico. Cómo él mismo cuenta en una biografía, llegó incluso a afirmar haber estado bajo posesión demoníaca el mismo año que se estreno la película “El Exorcista”, tras ver un documental relacionado con el tema. Tiempo después confesó que quizás su carácter tan imaginativo era el auténtico culpable, para luego “permanecer por siempre al lado de lo angelical”.


Con gran sinceridad se considera en su adolescencia como un lector no muy ávido, desarrollando otro tipo de aficiones, entre las que pronto añadió su pasión por la música. Los primeros discos de Marc Bolan, Syd Barrett y la búsqueda de un sonido simple a la par que preciosista le llevan a componer sus primeros temas y a grabar sus primeros álbumes allá por el 1977. A modo de guía introductoria les recomiendo que escuchen el álbum recopilatorio “House Of Dark Shadows”, que pueden descargar aquí El disco es una cuidada selección de sus trabajos comprendida entre el 1986 y el 1997. Fue en éste último año cuando decidió dar un respiro a su trayectoria para cuidar de sus dos hijos, reapareciendo siete años más tarde con la publicación de “Pavane” (2005) y el reciente “Re-Animator” (2007). En su dirección de My Space pueden encontrar muestras de estas últimas composiciones.


No obstante, la faceta que más le ha valido un prestigio internacional y el reconocimiento como experto en los temas relacionados con lo mágico y las ciencias ocultas es la de escritor. Entre su vasta producción literaria encontramos títulos como “Crime Scenes”, “Nazis And The Occult”, “Contact Your Guardian Angel” o una serie de libros en los que expone sus ideas personales sobre la meditación y el buen uso de ésta para nuestras satisfacciones personales, con un marcado carácter positivista. En este enlace pueden encontrar diversos fragmentos y reseñas, así como artículos para publicaciones especializadas.

A mí, personalmente, me atrae mucho Paul Roland porque creo que es un alma curiosa que nos ofrece el mejor de los regalos: compartir su rica imaginación y abrir las puertas a un sinfín de experiencias para aquellos que somos tanto o más curiosos. Y a ustedes mil gracias por acercarse, que es lo primordial de todos los bellos descubrimientos que aquí tienen lugar.



Lost Driver

lunes, octubre 20, 2008

Vida Licenciosa de Pietro Aretino

Se atribuye a Paulo Giovio el siguiente epitafio dedicado al poeta tras su muerte:


“Yace aquí el Aretino, poeta toscano,

De todos habló mal, salvo de Cristo

Dando como razón: no le conozco”


De este modo se puso un punto y aparte a las últimas consideraciones sobre el artista más escandaloso de la época. “El Aretino”, llamado así por ser natural de Arezzo, se convertía en leyenda. Personaje tipo o modelo de un tipo de vida disipada y fastuosa que asombraba a sus coetáneos del mismo modo que provocaba críticas feroces, tal y como después sucedería a Lord Byron, William Beckford y tantos otros ejemplos… dándose el caso de que la vida del artista llegaba a ensombrecer su propia obra. El martirio y la gloria de los estetas irredentos.

Y no quiero con esto reivindicar el purismo de la obra de arte, ajena a las vicisitudes del genio. Si algo me maravilla es rescatar las estampas olvidadas de aquellos que vivieron de espaldas a la común mediocridad bienpensante de su tiempo. Los que arriesgaron su fama y su fortuna en pro de algún ideal descabellado.


Pietro Bacci, se hacía llamar “il Divino” y a causa de una asumida admiración hacia su propia persona, se hacía rodear en su casa principesca de bustos de mármol que reproducían fielmente su imagen. Llevaba una existencia licenciosa, envuelto en las riquezas más variadas e inimaginables, ropajes de lo más lujoso, piedras preciosas y objetos diversos, traídos en obsequio desde los más exóticos lugares. Su casa estaba atestada de artistas, mujeres, invitados y sirvientes, formando una verdadera corte de adoradores alrededor de aquella personalidad enérgica e imprevisible.

Se dice que el disoluto general Giovanni de Médicis lo consideraba su confidente y le relataba sus orgías, y que a partir de que muriera, Aretino vivió en Venecia rodeado de todos los lujos posibles. Rodeado de las “aretinas”, las mujeres más bellas, disolutas y obscenas de la ciudad.


A raíz de estas vivencias escribió algunas de sus obras más controvertidas, los “Sonetos Lujuriosos” que debían ilustrar dieciséis escenas diseñadas por Giulio Romano y los “Ragionamenti”, un verdadero manual de prostitución redactado como si se tratase de las memorias de una vieja cortesana, Nanna, que adiestra a una joven inexperta en las lides del comercio carnal. Reflejaba en esta obra la situación que se vivía en ciudades como la Roma de Leon X o la Venecia de Tiziano, que se habían convertido en capitales mundiales de la prostitución.

El citado pintor fue el encargado de legarnos la efigie del artista en algún retrato. El sanguíneo, el ardiente y sofisticado Aretino. La leyenda cuenta que murió riendo cuando se le reventó una vena del cuello al escuchar a una de sus prostitutas contar un chiste obsceno. Se trate o no de una verdad histórica, es el lazo perfecto para cerrar este breve repaso a la vida del pertinaz y libertino poeta.



lunes, octubre 13, 2008

El Tormento De Las 13 Doncellas (1967)

¿Puede el inicio de una carcajada abrupta, infantil casi (diría inofensiva), convertirse en reverso del horror?


Tal vez sí en una producción alemana desteñida de los sesenta, aunque ni la carcajada consigue serlo, ni tampoco el horror. Pero, ¿qué importa? Habrá un castillo lleno de trampas, y un conde torturador capaz de reaparecer en las vigilias de los más pequeños, incluso la aurora que borra con su estela las horas más sangrientas. Y para las Auras del mundo habrá excesos visuales turbulentos e imágenes extravagantes que se congelarán en hallazgos preciosos.


Léase “Die Schlangengrube und das Pendel”, “The Torture Chamber of Dr. Sadism” o “The Blood Demon”, nos encontramos con otra versión de “El Pozo Y el Péndulo”, pero esta vez para centrarse, si es que lo consigue, en el artificio de la Tortura. Eso sí, se trata de una historia de torturas y verdugos bastante “sui generis” dado el trato ligero que se da al tono de la película, y la especie de Parque de Atracciones en que se convierte el castillo del conde Regula, en el que los suelos se abren al vacío, las paredes se pueblan de calaveras y esconden laberintos de pasadizos secretos y los salones se extienden en frescos que recuerdan al Bosco.


Si hay un elemento a destacar, aparte de la imaginería visual y el colorido que regala Harald Reinl en estos apenas noventa minutos, es la gracia de recrear una historia desgastada desde su inicio con aciertos imaginativos muy loables. Es el caso del trayecto en carruaje hacia el castillo, -en el que el director gasta más de la mitad de la película-, con un cielo ensangrentado que debería inquietarnos, pero que no sucede ya que lo acompaña con una melodía groovy de órgano insistente que nos pierde en divagaciones hedonistas, de escarlatas clubs nocturnos con decorados psicodélicos.

Quizás es el fragmento nocturno en el bosque el que más carga sombría comprende, al convertir la carroza en una marcha fúnebre, con seres desmembrados colgando de los árboles y filtros verde azulados inquietando el ambiente. Pero el mito lo consigue Christopher Lee, desvelando un nuevo demonio que pasa a formar parte de nuestro personal bagaje, recreando el eterno monstruo que el inconsciente presiente en sus formas.



jueves, octubre 09, 2008

La Mano de Gloria

Sobre la repisa de la chimenea por la que desaparecen, raudas, las Brujas, puede verse en ocasiones la “Mano de Gloria”, signo de los que poseen el poder de causar la inmovilidad de los demás a su antojo. La figura estática de la mano, normalmente se acompaña, en casa de los Hechiceros, de la denominada “Cándela Mágica, muy útil para encontrar tesoros enterrados. Pero esa, es otra historia.

La “Mano de Gloria” se trata pues de un sortilegio o maleficio consistente en provocar la inmovilidad a quien se le muestra el miembro seco, utilizado por Brujos de toda índole, sobre todo para realizar hurtos o actos de pillaje. Y encontramos una detallada descripción de cómo confeccionar el hechizo en “Secrets Merveilleux de la Magie Naturelle et Cabalistique du Petit Albert ”, (un manual con muy prácticos consejos que les recomiendo revisar):

“Confieso que jamás he puesto a prueba el secreto de la Mano de Gloria, pero he asistido en tres ocasiones al juicio definitivo de ciertos malvados que confesaron, mediante tortura, haberse servido de la Mano de Gloria en los robos que habían perpetrado. El uso de la Mano de Gloria consiste en dejar estupefactos e inmóviles a quienes se les presenta, de tal suerte que permanecen tan quietos como un muerto. Se prepara del modo siguiente: se toma la mano derecha o la izquierda de un ahorcado expuesto en un camino importante; se envuelve en un trozo de paño mortuorio y se prensa bien, después se coloca en una vasija de barro junto con Zimat, salitre, sal y pimienta larga, todo ello bien pulverizado; se deja durante quince días en ese recipiente, y luego, tras haberla sacado, se expone al intenso sol de la Canícula, hasta que esté bien seca, y si el sol no basta, se introduce en un horno que se habrá calentado con helechos y verbena; después se fabrica una especie de vela con grasa de ahorcado, Cera virgen, Sésamo y Ponie, y se utiliza dicha Mano de Gloria como un candelabro para mantener la vela encendida, y en todos los lugares a los que se va con tan funesto instrumento, los que allí se encuentran permanecen inmóviles”

Les comunico esta macabra receta, en todo caso, por si poseen en su casa una mano amputada de ahorcado y actualmente no le dan ningún uso. No den nada por perdido.




martes, octubre 07, 2008

Revolting Rhymes

¿De dónde procede la tentación de recrear los cuentos de hadas? Sea malbaratándolos, erotizándolos, sublimando a partir de ellos fantasías culpables o declarándose discípulo acérrimo. Muchos nos atrevemos a tratar de dar la última vuelta de tuerca a los cuentos heredados de la tradición oral, a las historias pintorescas que nos subyugaban o subyugan mucho más de lo que reconocemos. Será que en el afán cotidiano no padecemos vivencias de metamorfosis inmediatas, ni convivimos con objetos capaces de transformar nuestro destino.

Esta es una idea curiosa, porque un elemento adyacente en los cuentos populares suele ser el de cambio, transformación, consecución de sueños, logros personales y fantasías varias. Tal vez en eso reside su poder, en que logran transformarnos, y si nosotros logramos transformarlos se convertirán en un peldaño más alcanzado de la dorada Escala de Jacob.

Entiendo que para Roald Dahl fuera una tentación evocarlos y arrastrarlos hacia sus deseos. También admito que el pretexto argumental no debía serle necesario, a Dahl le sobraban edificios prodigiosos e historias inusuales. Sin duda concibió que los cuentos de hadas podían convertirse en un arma terriblemente afilada, pero, ¿con qué fin?

Deseó que el príncipe de Cenicienta hiciera rodar cabezas sin ningún miramiento, y que una Caperucita deslenguada sacara la pistola del corsé para apuntar a quien pertocase. Sin duda fueron favoritos suyos esos enanitos apostando a las carreras, una fantasía que imagino común a muchas mentes insignes.

Recapitulando deduzco que el tono de reinterpretación de Dahl se podría definir a partir de una larga serie de calificativos, y se podrían citar los topos del absurdo y del humor negro, del género burlesco incluso, pero tampoco me sirven. De hecho sólo tengo como recurso abrir la primera página, recrearme en los ojos desorbitados que diseña Quentin Blake y sonreír. Como un infante más al que se seduce cuando ruedan cabezas.




viernes, octubre 03, 2008

Barbra Streisand “Barbra Streisand... And Other Musical Instruments” 1973

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Lost Driver

Como bien introducía mi amada Aura cuando empecé a colaborar en este maravilloso espacio, al cuál se acercan personas con almas igualmente maravillosas, una de las maneras de disfrutar de la música que compartimos todos los que por aquí dejamos nuestras impresiones al oír ciertas obras maestras o participar de conjuntas escuchas memorables, es la de desempolvar cual arqueólogos joyas y tesoros olvidados. Y normalmente son, ciertamente, grandes hallazgos como el que hoy tengo el gusto de presentarles.

Hay infinitos ejemplos en los que un conocido artista emplea elementos a priori más relacionados con música menos popular o incluso música ajena a sus raíces. Es el caso de este disco del 1973, de la archifamosa Barbra Streisand, “Barbra Streisand... And Other Musical Instruments”, una hermosa fantasía musical que abarca multitud de modos e instrumentaciones posibles.

Concebido como la banda sonora de un espectáculo de televisión (el quinto en la carrera de Barbra después de un lustro en el que se dedicó más a grabar álbumes desvinculados de sus gloriosas apariciones catódicas), constituye una auténtica travesía musical a través de los cinco continentes.


Tal como podemos leer en las liner notes del LP, la inigualable voz del prodigio de Brooklyn, es un instrumento más al lado de la orquesta, acompañándose de sitares, percusiones indias y africanas variadas, guitarras japonesas, castañuelas, gaitas escocesas, e incluso más allá: sintetizadores, módulos de efectos o mellotrones, amén de un amplio abanico de elementos extramusicales como secadores de pelo, alarmas, tostadoras... Lo clásico y lo moderno dándose la mano y conviviendo en armonía.

Para mí este regalo de Barbra la define como una persona fantástica. Representa la belleza de su libertad creativa y su bendita locura por la música. Sin prejuicios de ninguna clase, que es sólo como se consigue crear algo único. Es una persona con sentido del humor, con sentimientos muy profundos, de una humanidad increíble. Alguien que realmente disfruta con lo que hace y nos hace disfrutar a todos los que la escuchamos.

Y a nivel más personal, para mí resulta algo que demuestra que estoy ante un disco especial, donde el concepto quizá es la celebración de la vida misma como la más bella de las partituras posibles. Espero que lo degusten en su todo su esplendor. Y decirles que estoy encantado nuevamente de compartirlo con todos ustedes a través de este agradable rinconcito.

Lost Driver

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miércoles, octubre 01, 2008

Marjorie Cameron

La diosa se encarnó en Marjorie Cameron. Es un lapso de tiempo que subsiste de su permanencia aquí. Aunque falso, es una de las pocas pistas que nos permiten indagar, con espíritu de cazador de mariposas, en las habitaciones de Marjorie. Reconozco que investigar, de por sí, es uno de los mayores placeres que encuentro al hallar viejas imágenes, postales caducas, con un color y aroma muy distintos a los que distingo en esta nueva Edad del Bronce. Es una debilidad por rescatar pétalos olvidados en los libros, en los míos… y también en la colección de un extraño.


Marjorie permanecerá como un enigma. Sin las fotografías de la infancia que mostraban a una chiquilla pelirroja ensimismada en el patio trasero, con la común iconografía infantil de flores diminutas, columpios y fuentes. En su caso el pozo familiar era la entrada al infierno. Había nacido en mitad de una tormenta de rayos. Y su abuela creía que era hija del diablo.

Pero fuere como fuere, pese a las poderosas visiones, Marjorie fue y sigue siendo, más un deseo que una mujer, aunque la vistieran de Escarlata. La aureola de mito la petrificó, como sucede con aquellos que pactan con el diablo para obtener la remanencia. Ella no podía sino sobrevivir en el éxtasis inmóvil. Hubiera dado todo por desintegrarse en un yo más poderoso que el suyo. En claudicar en una abstracción violenta para arrebatar a un soberano que no era suyo.


Si la diosa se encarnó en Marjorie no lo sabemos, no podemos remover las cenizas esperando que surja entre ellas una figurita danzante, que lo explique todo. Hay imágenes imprecisas, de nuevo deseos o fantasías, pero apenas un atisbo de veracidad. Los filtros de los fotogramas enmascaran los rostros, la transformación continua de lo que no existe nos distrae de lo que pudimos hallar.

Marjorie era un talismán, y como tal, sólo podemos ser espectadores de sus quiméricos brillos.