lunes, diciembre 29, 2008

The Snake


“On Her Way to Work One Morning
Down the Path Along Side the Lake
A Tender Hearted Woman Saw a Poor Half Frozen Snake
His Pretty Colored Skin Had Been All Frosted With the Dew
"Poor Thing," She Cried, "I'll Take You in and I'll Take Care of You"
"Take Me in Oh Tender Woman
Take Me In, For Heaven's Sake
Take Me In, Tender Woman," Sighed the Snake”

Al Wilson


No fue esta mañana una serpiente helada por el rocío sino un cielo que ni un artista disparatado habría podido rayar en rosa, quien me trajo un temor rápidamente espantado. El fin estaba ahí fuera, en cualquier parte, y sólo esperaba que alguien lo reconociera para revelarse.

Su presentación tal vez provocaría la risa en quienes no temen el asomo de caos que existe en la intensidad de los colores o en el disfraz, pero la mueca se congelaría. ¿Imaginan un ejército de conejos mecánicos?, o tal vez… alguna escena parecida ha acudido a su memoria. Es lo mismo. En la distancia las sacerdotisas parece tigresas del amor, y la ceremonia resultaría seductora. No se asusten, pues.

Al arrellanarme en el sillón y sentir la intuición del fin, me he sumergido para invocar las gemas de colores, para llamarlas a mis manos, tal y como el mago muestra. De este modo, puedo hundirme cada vez más alto, renovarme cuando me llegue la asfixia, caminar hacia atrás a través de mí misma. He encontrado las piedras preciosas, la fortuna olvidada, y la galería engañosa de eternidades nubladas de humo. Y he vuelto a presentir que el mal cosificado y somatizado no me dará tregua, mientras conserve estas joyas de fuego.


martes, diciembre 23, 2008

Poison Ivy


De ningún modo puedo reprocharle haber sido así y habérselo permitido… incluso ahora. Como si no supiera del corte de sus dientes. No es posible erigirse en verdugo ante un gato montés. Soy consciente de ello, y tal vez lo era entonces, pero había demasiado brillo alrededor, en aquel pico desigual, para intentar descifrar cualquier cosa, el gesto más nimio, de mí o de Ivy.

El poder de obrar se ralentiza y las decisiones se cambian los cuerpos si uno sostiene el peso del mundo sobre los hombros. Sólo hay aleteos feroces sobre los cristales, y una admiración de la belleza contemplativa, en escasísimas ocasiones activa.

He dejado crecer la hiedra. La mala hierba. Ha entrado en mi casa, y ha agasajado a mis padres, incluso dio de beber a mis animales. Nadie la había dejado llamar a la puerta. Se asustaban de sus colores llameantes, del terciopelo de su piel moteada. Se ha apropiado de la música, tiñéndola de un verde ponzoñoso, y se ha enroscado en los cuadros, rompiendo las bocas y los ojos de los retratados en los lienzos.



Casi nadie escuchaba a Ivy. Su boquita de corazón parloteaba y parloteaba salpicando de cristales el aire. Poseía con el llanto abrasador del nepentes, con sus danzas macabras; al cantar, su aliento se arrastraba desde algún lejano rosetón perfumado, y al lanzarse desde la negrura del cielo, atravesaba la flor sacrosanta de una estocada escarlata.

No quise arropar a Ivy. Ni enjugar sus heridas con benjuí. Me consolaba su contorno despidiéndose en el aire. Sus muecas desde histéricos fantasmas imaginarios. Se anudaban en mi garganta, enroscados, sus brotes sanguinarios, cosquilleando desde el eco del teatro de sombras.

Nada ha perdurado. Crece. Llena de plagas los campos, pica de viruela a los infantes. Ha raptado alguna emoción del cajón de los cubiertos de plata y anda desvariando, blandiendo el arma de barro, que se le deshace en las manos. No habla. Jamás asiente. Mordisquea sus propias hojas… Veo a Ivy despuntando desde el campo de trigo. No se acerca.

Con las otras hierbas.



lunes, diciembre 22, 2008

I'm a Lover Cover too

Aquí les muestro mis preferencias entre las portadas de LPs más bellas, escogidas cuidadosamente de la colección de LP Lover Cover, uno de esos gabinetes de maravillas que el coleccionista recupera en sus tardes ociosas para asomarse al esplendor de sus fetiches.

Les recomiendo fervorosamente la categoría de Puppets, Dolls, Stuffed Animals de la que rescaté a este sabio cowboy, heredero de un utopismo crepuscular, que ya no volverá.






Aconsejamos detenerse un tiempo prudencial ante cada imagen de este museo virtual, de otro modo se convierte el interesado en un ladrón. Yo les avisé.

miércoles, diciembre 17, 2008

Daisies "Sedmikrásky". 1966


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Lost Driver

De entre las variadas bandas sonoras que vienen reeditándose en los últimos años, Daisies (Sedmikrásky en su checo original) constituye una de esas rarezas que está ligada a un contexto cultural importante y tal vez poco conocido por el gran público, un servidor incluido, como fue el movimiento de cine experimental que se dio en Checoslovaquia en la segunda mitad de los años 60. La película del mismo título en la que aparecía fue dirigida en el año 1966 por la directora Vera Chytilová, y es considerada uno de los hitos mundiales del cine vanguardista e iconoclasta previo a los influyentes acontecimientos de la primavera del 1968 en Praga. Es en este ambiente donde muchos artistas europeos arrojaron al mundo una particular y novedosa visión de la cultura, redefiniéndola y en muchos casos creando una ruptura con un punto de vista más tradicional.

Chiytilová quiso musicar su experimento visual sirviéndose de dos compositores checos que provenían del mundo del espectáculo de variedades y la composición clásica: Jiri Sust y Jiri Slitr, siendo éste último junto a Jiri Suchy fundador del Semafor Theatre en 1959, un teatro de bolsillo en el que se representaban números musicales con fuertes dosis de humor satírico y antipolítico. Slitr era, además de compositor musical, un hombre cultivado en las artes plásticas y que llegó incluso a aparecer en algunos filmes. Sus canciones dominaron las listas de éxitos de la música popular checa en los años 60, con marcadas influencias del swing y el jazz. En cuanto a Sust, su carrera siempre había estado relacionada con la composición de música para publicidad y el cine, destacando su colaboración con el realizador Jiri Menzel cuya obra Trenes rigurosamente vigilados obtuvo un Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1965.

Uniendo sus cualidades, Slitr y Sust escribieron una partitura que no difería en absoluto con la alocada naturaleza de las imágenes yuxtapuestas y fragmentarias del filme de Chiytilová. Asimismo en ella encontramos adaptaciones de música militar checa; apropiaciones de temas de la Francia barroca de los siglos XVII y XVIII y composiciones de Brahms, Mozart, Bach o Wagner; charleston, e incluso ritmos cercanos al beat de la música pop. Hablando en términos actuales, asistimos a un proceso de sampleado de varios estilos, donde también tienen cabida una interpretación al piano por Jan Klusák (como pueden ver, no todos los checos se llaman Jiri) o un scat jazz vocal a cargo de la cantante Eva Pilarová, que se hizo famosa precisamente en el Semafor Theatre y que fue atacada por su querencia al rock and roll y una postura rebelde frente a la férrea política conservadora de su país.



El dueto explotó también las posibilidades de los procesos de edición y collage, como se hace patente en las piezas más surrealistas de esta grabación, utilizando sonidos de máquinas de escribir o relojes de cuco y aprovechando los ambientes sonoros de algunas escenas; como por ejemplo aquella en la que las dos muchachas, las absolutas protagonistas, se enzarzan en una frenética lucha de tijeras, creando uno de los momentos más delirantes de Daisies, que visualmente se consiguió aplicando curiosas técnicas en el celuloide.

Sospecho que fue Slitr en mayor medida el artífice de esa atmósfera tan cabaretera y de music-hall que impregna esta banda sonora, cuya escucha desafía todo intento de situar temporalmente lo que acontece en la pantalla, con sus hilarantes situaciones cómicas o cortas secuencias desprovistas de un auténtico significado más allá de lo visual que desfilan ante nuestras retinas, a la manera de hacer de los dadaístas en su Cabaret Voltaire.

¿Es música experimental? Experimenten ustedes con sus oídos... De buen seguro que la dotan de nuevas interpretaciones.



Lost Driver

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lunes, diciembre 15, 2008

Exposition de Fleurs

Se me antoja haberla robado. ¿Cómo pudiste hacerlo? No la robé, si acaso la compré… Entonces crees que pagar un dinero te da derecho a su pertenencia. Sabes de sobras que no es así, que no es tuya porque ni siquiera es un recuerdo.


¿Pero como robar ‘strana cosa’ que ya ha sido robada? Non voglio di possederla. Ni siquiera asomarme. Pero. El hecho que sea intocable la convierte en cómplice. Tal vez no lo compartas, pero ya fue mía, mucho antes de encontrarla. Anterior a mi memoria imaginada. Yo cree aquel lugar. Estaba compuesto de miedos y nostalgias. Por eso, tal vez por eso, encontrarlo me entristece, y al mismo tiempo compone un enigma irresoluble en mi ansiedad.


Poseo aquellos días. Vuelven. Presiento cómo era esconderse bajo las matas verdinegras, aunque jamás lo hiciera, aunque las avistara desde lejos. Sus misterios siguen siendo mi familia, el hogar remoto de la caída. Cuando nadie me reconocía, entonces me sobraba el tiempo para escaparme, para no ser nadie y sentirme.


Si me vieron mis ojos entonces, otros ojos, no me habrían llamado por mi nombre. Mi pelo no era negro, ni mis ojos oscuros, era una pequeña salvaje desaliñada, de un rubio descolorido y ojos que arañaban. Reía. Y me enfrentaba a aquella sabiduría inducida, a aquel resplandor que aún nos ciega y aturde.


La amenaza de la naturaleza cultivada me embebía, y si pudiera explicar y dejar de relatar a través de sensaciones lo haría. Pero no sería tan cierto.


Exposition de Fleurs (Keukenhof, Holanda)

miércoles, diciembre 10, 2008

Istar

Esta imagen fue ideada por el simbolista Fernand Khnopff para ilustrar el frontispicio de una de las obras más célebres de Joséphin Péladan: “Istar”.


Como diosa de la fertilidad, efigie de una Afrodita plena y harmoniosa, la divinidad no cumple con sus promesas, ‘au contraire’, diríamos más bien que las corrompe, como cualquier heroína que se precie del decadentismo tiene el deber de conseguir, se trate de una Salomé o de la más bella ‘donna angelicata’.


Además de emblema de la fecundidad, en esta obra el artista no quiso dejar de lado la aureola de luto que deja tras de sí Astarté al abandonar el mundo de los muertos. Por tal motivo, la deidad de muestra se convirtió a finales siglo XIX y, en concreto, tras la publicación de la obra en 1888, en símbolo del ideal andrógino que seduciría a los finiseculares. Por tal motivo, los ecos sobre la composición de Khnopff acapararon no pocas páginas de los aficionados a los diseños que se mostraban en el Salón Rosa Cruz.


Fue el mismo Sâr Péladan quien describió el frontispicio como “el desnudo emocional, que es la expresión de un modelo separado de su entorno”. Desarrollando la idea explícita de abandono en la emoción suprema, del desmayo del éxtasis. La mujer, fiera, o criatura que se nos muestra nos relega a nuestra limitada capacidad de impresión, mientras ella escapa y se desvela, como flor de misterio. Su belleza combina el reflejo del hermafrodita, con la santidad y el poder de la aniquilación. Por eso, un tallo fálico florece serpenteando hacia su sexo, mientras con su crecimiento arrastra el fantasma del esposo sacrificado.


Tal y como declaró Jean Delville:


“Khnopff ha creado un tipo de mujer idea. ¿Son realmente mujeres? ¿No serían en todo caso feminidades imaginarias? Provienen del mismo tiempo que el Ídolo, la Quimera, la esfinge y el Santo. Son andróginos plásticos, símbolos sutiles, concebidos de acuerdo a una idea abstracta, y plasmados”.


lunes, diciembre 08, 2008

Algunas Postales de David Hamilton

Nada mejor que unas imágenes de recogimiento para adornar un día festivo.




Éstas son de mi colección particular de postales de David Hamilton.

martes, diciembre 02, 2008

Zenabel o los Sueños Amarillos

Sí, los sueños se alimentan. Hijos de nuestros sigilos y bravuras secretas, como criaturas ávidas de saberes ocultos, monstruos de mil bocas, rastrean en los rincones menos obvios y explotan los coloridos de la feria más trivial.

A menudo los sorprendo vestidos con guantes oscuros, ajenos a mi feminidad y desentrañando crímenes a partir de pistas ilógicas y a través de reflejos de vidrieras encarnadas. Es cuando descubro el ‘giallo’ en su estructura menos obvia y puedo después diseccionarlo como a un precioso insecto, con alas de esmeralda.

Sueño, sí, con tramas laberínticas, con sucesos oscuros entrevistos en un palco dorado, con símbolos infantiles y detalles que se agigantan ante mis otros ojos. Y esta peculiaridad me hace preguntarme por el origen de la fantasía y sobre cómo puede el arte introducirse en el inconsciente a través del ojo y fijarse en sus juegos y rompecabezas. El mapa de esta instancia me es inasequible, pero me es mostrado cual un enigma más que pudiera encontrar desarrollado por otro.


Sería fácil cargar la culpa de esta pequeña disfunción al bolso amarillo de una de las mujeres más adorables de la historia del cine. En el año 1964 se estrenaban “Marnie” y “Sei donne per l'assassino” como un preludio de la sinfonía estético-sangrienta que iba a marcar toda una juventud de sueños en gran angular. Las víctimas o los receptores de tal avalancha de sensaciones, no imaginaron en su niñez que las estrategias de los asesinatos se infiltrarían en sus esquemas más profundos, en sus habitaciones internas, en sus propios sótanos.

Y sin embargo, las jóvenes siguen cayendo. Y unos zapatos ocupan el escaparate del sueño. Dilucido crímenes y raptos y me asomo a persecuciones vertiginosas ajena a lo que podría ser el dolor, que aquí no existe. Sólo hay colores brillantes, y un puzzle… un puzzle para quienes no temen perderse.