miércoles, marzo 25, 2009

Niemen. Enigmatic (1969)


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Lost Driver

Como una suerte de juego, a veces podemos acercarnos a un disco del que apenas conocemos nada, incluso sin haberlo escuchado, por medio de diversas maneras. Esta afición, compartida por Aura, Fran Le Kinky y yo mismo, consiste por ejemplo, en fijarse en la fecha de edición de la obra, su line-up (la formación de músicos que lo han perpetrado, así como la gama de instrumentación empleada), y tal vez la más arriesgada: su portada. Si bien estos riesgos, gracias al eclecticismo del que hacemos gala, en nuestro caso no nos conducen casi nunca a resultados poco satisfactorios. En mayor o menor medida nos encontramos con álbumes que valen mucho la pena, y nuestra intuición nos lleva a buen puerto en gran número de ocasiones. Puede ocurrir, sin embargo, que las expectativas creadas entorno al diseño y el grafismo del material escudriñado, se desvanezcan tras unos segundos de su escucha o no se correspondan con lo que esperábamos. No fue este el caso de este “Enigmatic”, firmado por un tal Niemen.


Y es que en la cubierta de esta grabación, de tonos anaranjados, uno puede ver a un señor barbudo parapetado tras su gran teclado sobre el que yacen unos cirios de diversos tamaños, pudiendo indicar tal vez que estamos frente a un disco en el que un órgano catedralicio será el principal protagonista. En su contraportada, el sospechado carácter litúrgico y espiritual de la música es acrecentado por una imagen más ampliada del intérprete en la que comprobamos cómo éste permanece solitario con su teclado, profusamente rodeado de muchas más velas, que parecen ser el único público de sus melodías. Además, por la extensa duración de cada uno de los cuatro temas que lo integran podemos suponer que se trata de una larga suite a la manera de otros discos de rock progresivo.


Ciertamente, este elepé responde a todas estas conjeturas. Si bien los teclados dominan gran parte de su totalidad, nos hallamos con toda una banda de rock a la que incluso se añaden unos saxos. Pero la magia y el leit-motiv gira sobretodo entorno a las interpretaciones vocales, que destilan una pasión y una belleza sumamente poéticas. Para que se hagan una idea, su sonido recuerda bastante a los Procol Harum del “A whiter shade of pale”. “Enigmatic”, del 1969 es el cuarto trabajo de Czeslaw Niemen, un compositor polaco que en la década de los 60 fue muy popular en su país por introducir la estética psicodélica y los patrones anglosajones en su música.




El carácter ceremonioso de esta obra, cantada casi íntegramente en polaco, ya que contiene por primera vez en un disco de rock, recitados en griego católico, sumergen al oyente en un profundo estado de paz y espiritualidad. Poco a poco nos vemos asimismo asimilados al interior de esa portada, en la que el músico nos conduce por los senderos de su pasión interior y nos regala sus desgarradoras confesiones. Sólo lamento el no poder superar la barrera del idioma, que seguramente enriquecería totalmente su audición. Y quizá teniendo en consideración este salvable obstáculo, a pesar del mismo se explique también uno de los principales poderes de “Enigmatic”: la universalidad de su música.


¿Han encendido ya sus velas?...

Lost Driver

lunes, marzo 23, 2009

Collection Privée de Monsieur X


Monsieur X fue un singular coleccionista. En el Paris de entreguerras se entregó por entero a su afición al voyeurismo retratando cientos de mujeres desnudas.

Un primer vistazo a las fotografías que se conservan de la colección de Monsieur X nos revela que las chicas que posaron ante la cámara anónima no eran modelos artísticas, raptadas del estudio de un pintor aficionado, ni de fotografía, según lo que podemos entender por estos conceptos. Se trata, posiblemente, de hipotéticos encuentros con mujeres que consintieron desnudarse delante del objetivo, llegando a alcanzar un raro grado de complicidad con el autor. Nombres como Fanfan, Gaby, Gypsi, Jojo, Mimi, Nenette o Nono también nos confirman que estas muchachas que se exponían a la cámara con la actitud de exhibirse, y divertirse, sin mostrar ningún pudor, con toda probabilidad también vendían su cuerpo. Una vista desde el balcón de un hotel a una plaza del barrio de Pigalle nos confirma la evidencia de que Monsieur X, quien en algunas ocasiones se hacía acompañar de un amigo anónimo, acostumbraba a frecuentar el mundo de la prostitución parisina en aquellos años.



Pocas pistas más nos quedan sobre el extraño personaje. Se conoce que los originales de su extensa colección fotográfica incluían en su reverso un indescifrable código de números y letras, que traducen una meticulosa labor de clasificación. También se sabe que un Monsieur X octogenario, sintiéndose viejo, decidió vender algunas copias de su producción fotográfica (lanzó los originales al Sena) a un librero parisino al que escogió por su discreción y afición al erotismo. Sólo había una cláusula en su contrato de venta: su identidad no debía ser jamás revelada. Pero legó su devoción de toda una vida a quienes supo entenderían su secreto.




miércoles, marzo 18, 2009

Hans Christian Andersen: muerto sólo en apariencia

La única ambición de Andersen era la de convertirse en Digter, es decir, en escritor tenido en la más alta estima. A tal fin, escribió poemas, obras teatrales, novelas, libros de viajes y cuentos de hadas. Y como saben, fueron estos últimos – fruslerías, como él los llamaba- los que le permitieron alcanzar renombre mundial.

Se dice de Andersen que era un hombre alto y frágil, de cabello castaño, con unos pequeños ojos azules y una afilada nariz que dominaba todo su rostro. Sus brazos y sus piernas resultaban desproporcionadamente largos en comparación con su cuerpo, y sus pies eran gigantescos. Por la calle, los desconocidos se detenían y le señalaban con el dedo, llamándole ‘cigüeña’ y ‘farola’.

Cuando estaba de buenas, Andersen podía mostrarse sencillo, sincero, cariñoso e ingenioso. Cuando estaba de malas, alimentaba su fama de ser un autor presumido, irritable, pretencioso y terriblemente excéntrico. Sus ataques de depresión y sus tendencias hipocondríacas eran el producto de sus muchas fobias. Le aterraba tanto la posibilidad de morir en un incendio que, cuando viajaba, llevaba siempre una bata en la maleta para el caso de que se viera obligado a huir a un lugar seguro. Aterrorizado ante la posibilidad de que le enterraran vivo, pidió a sus amigos que le cortaran una arteria antes de introducirle en un ataúd. Ante cualquier indisposición, solía dejar una nota encima de su mesilla de noche en la que decía: “Estoy muerto sólo en apariencia”.


lunes, marzo 16, 2009

Sociedades Secretas Femeninas


A modo de introducción, comentar que las reuniones secretas de mujeres casi siempre están relacionadas con el misterio del nacimiento y los cultos a la fertilidad. Y son varias las cofradías secretas femeninas que han llegado hasta nuestros días y cuyos ritos comportan un simbolismo entorno a la fecundidad.

En las reuniones femeninas que se dan entre los mordovianos se excluye expresamente a los hombres, a las jóvenes no casadas y a los niños, cuya presencia está estrictamente prohibida. La insignia de la cofradía es un caballo de palo y las mujeres que lo acompañan son denominadas “caballos”. De sus cuellos pende una bolsa llena de mijo y adornada con bandas: la bolsa representa el vientre del caballo. También se añaden unos saquitos pequeños que representan los testículos.

Cada año tiene lugar el banquete ritual de la sociedad, que se celebra en casa de una anciana. Al entrar, las jóvenes casadas son golpeadas tres veces con látigos por las mujeres mayores, que les gritan: “¡Poned un huevo!”, y entonces las jóvenes casadas ponen un huevo hervido que sale de entre sus pechos. El banquete, al que cada miembro de la cofradía debe contribuir con viandas, bebidas y dinero, se convierte rápidamente en una orgía. A la caída de la noche, la mitad de la cofradía visita a la otra mitad (ya que cada poblado está dividido en dos partes). Se trata de un cortejo carnavalesco: las ancianas borrachas cabalgan caballos de palo y cantan canciones eróticas. Cuando ambas partes de la cofradía se reúnen, el alboroto es indescriptible. Los hombres no se aventuran a aparecer por las calles. Si lo hacen son atacados por las mujeres, desnudados y brutalizados, y deben pagar una multa para recuperar la libertad.


Fuente: Mircea EliadeMitos, Sueños y Misterios

miércoles, marzo 11, 2009

Jerusalem Duerme

Hace poco que tuvimos al eminente Dr. con nosotros. Entre tantas otras conversaciones circulares entorno al Ser (y no desde el punto de vista ontológico) surgió el tema del Blog/Blogger entre otros tantos. Quizás, algo inquieta por un comentario que leí a Carlos sobre la crisis de los blogs, hice surgir mis razones y argumentos.

El porqué de sentarse y no recapacitar ante la silla y el aparato informático es una atractiva pregunta que no sé si debo plantearme. No creo que deba pensar en ello, aún cuando lo esté haciendo. Reconozco que en sí el formato me resulta seductor, así también la posibilidad de lanzar mis interrogantes y paradojas al abismo, como si -y es una metáfora traída por los pelos-, sacara la ropa limpia para tender al barro.

El cuaderno virtual es un fetiche, y acaba convirtiéndose en sana costumbre para quienes llevamos desde la infancia rellenando diarios con nuestras incongruencias. Los demás duermen. Esa es la excusa. En realidad, si alguien atrapa aquello que escribimos será como descifrar un mensaje lanzado a la nada. Casi un milagro. Por lo tanto, casi no importa lo que diga aquí. Y dentro de un rato mis entrañas me dictarán otra cosa que quizá no comprenda, pero voy dejando señales. Para mí tal vez. Para despertar.

Mientras, ser consciente del tiempo y recaer en ello una y otra vez, realmente me conforta.

Un saludo, si hay alguien.